Cada octubre, el mundo se pinta de rosa para recordarnos la importancia de la lucha contra el cáncer de mama. Pero detrás de los lazos y las campañas, hay historias reales de valentía, como la de Ileana Coria Zurita, quien con su sonrisa y fortaleza demuestra que el cáncer no es un sinónimo de muerte, sino de lucha, esperanza y recuperación.
Ileana es una guerrera. En septiembre de 2021, la vida le dio un giro inesperado. Lo que comenzó como una revisión médica rutinaria se convirtió en una de las pruebas más grandes de su vida. Hoy, después de enfrentar quimioterapias y radioterapias, nos cuenta su historia como sobreviviente y como ejemplo vivo de que, con un diagnóstico a tiempo, es posible vencer al cáncer.
Su historia es una inspiración para tantas mujeres que, como ella, temen escuchar esa palabra. Para Ileana, lo más importante es recordar que, más allá de la enfermedad, siempre hay una oportunidad de luchar y vencer.
La batalla de Ileana contra el cáncer de mama
Era septiembre de 2021, un mes que Ileana Coria Zurita jamás olvidará. Todo comenzó con una simple consulta al ginecólogo por un problema hormonal. A sus 40 años, decidió hacerse una mastografía, casi por rutina, pero lo que descubrió cambiaría su vida para siempre. Al notar la actitud extraña del personal médico, algo dentro de Ileana le advirtió que no sería un diagnóstico común. Unas anomalías en su seno derecho marcaron el inicio de una de las luchas más importantes de su vida: el cáncer de mama.
“Cuando el oncólogo confirmó lo que temía, fue como si el mundo se detuviera”, recuerda Ileana. A pesar del miedo inicial, una determinación férrea se apoderó de ella. No estaba dispuesta a dejar que el cáncer le arrebatara su vida. Gracias a la recomendación de una amiga, llegó al Centro de Cancerológica en Xalapa, donde comenzó su tratamiento.
Fueron meses duros, donde cada sesión de quimioterapia y radioterapia parecía interminable. Aun así, Ileana encontró fuerzas en su familia, quienes nunca la dejaron sola. “Mi familia fue mi pilar”, dice con una sonrisa que refleja tanto sufrimiento como gratitud.
La detección oportuna fue su aliada más grande. El tratamiento, aunque intenso, permitió que Ileana lograra salvar su seno. Hoy, ella está en remisión, un término que suena a victoria tras una batalla tan ardua.
“Si no me hubiera atendido a tiempo, no estaría contando esta historia”, afirma. Ileana es la prueba viviente de que el cáncer, aunque temido, puede ser vencido cuando se enfrenta de frente. Y su mensaje es claro: la autoexploración y los chequeos constantes no deben limitarse al mes de octubre; son un acto de amor propio que puede salvar vidas.
La historia de Ileana nos recuerda que el miedo al diagnóstico nunca debe ser más grande que la esperanza de superarlo. Hoy, su batalla no solo la ha transformado a ella, sino que es una luz de esperanza para todas las mujeres que, como ella, luchan por sus vidas.